INFORME DE LA ASOCIACION MEDICOS DEL MUNDO - Fin de año en la calle
Cada Fin de Año numerosas asociaciones y parroquias realizan almuerzos y cenas para solidarizarse con los miles de chicos en situación de calle. Para muchos, lejos de ser un festejo, sufren más aún el desamparo y la soledad. El efecto de las carencias básicas en la salud.
Estar viviendo en la calle es mucho más que no tener un techo sobre la cabeza.
Es saberse indefenso, solo, desamparado e invisible para el resto de la sociedad.
Para quien vive en la calle no hay proyecto futuro y es difícil sostener las esperanzas.
La exclusión, el empobrecimiento y la marginación es el único horizonte y no hay referentes para sostener autoestima posible.
De acuerdo con el último informe de la organización Médicos del Mundo, sólo en la capital argentina viven unas once mil personas en la calle.
El frío número está compuesto por más de tres mil menores de 16 años y siete mil adultos con una edad promedio de 42 años que pasan la mayor parte de su vida en la calle.
Veamos qué dicen los datos:
* Un 76 por ciento de ellos lo hace en absoluta soledad.
* El 43 por ciento está, desde hace más de tres años, en la calle.
* El 60,7 por ciento tiene estudios secundarios incompletos.
* El 14,6 por ciento el primario incompleto.
* El 46,4 por ciento no tiene ningún empleo.
* Del 46,7 por ciento que trabaja, unos lo hacen en la venta ambulante, otros hacen changas, o simplemente, trabajan en la calle.
La llegada de las festividades de fin de año pueden significar poco y nada pueden para quien ve desdibujado su futuro y se despierta cada día sintiendo el abatimiento del abandono que como una letanía transcurre frente a la mirada impávida de muchos.
"Si se pierde el amor del otro, de quien se depende, se queda desprotegido frente a toda clase de peligros. Por eso es importante preguntarse qué secuelas deja la naturalización de la precariedad y qué efectos tiene la herencia ineludible de la pobreza
"La pobreza deprime, aunque sea una variable difícil de medir. En sus diversas manifestaciones genera rupturas, desfasajes e interrupciones de la vida individual y social", señala Cecilia Moise, psicoanalista y coordinadora del Grupo de Investigación Psicoanálisis y Comunidad de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Por su parte, para la psicoanalista y psiquiatra de la misma asociación, Liliana Novaro, las personas que no tienen ni techo ni familia pueden tener una vivencia de desamparo e indefensión más intensa durante estas fechas.
"Viven en una honda soledad", dice.
Muchos de ellos pueden estar "endurecidos" para no sufrir tanto, armarse una coraza para no sentir ya ni dolor ni tristeza y resignarse, perdiendo la esperanza, frente a lo que no pueden modificar.
"La carencia de afectos, de vínculos afectivos sólidos es una de las peores cosas que le puede suceder a un ser humano. Esa persona en consecuencia se torna indiferente", asegura.
No obstante, no todo pasa por el dinero. También son fundamentales los vínculos.
"Si bien hay una gran cantidad de personas que tienen viviendas, muchas muy precarias y están por debajo de la línea de pobreza tienen afectos familiares, del barrio o del asentamiento; tienen con quien compartir y el amor entre ellos ayuda a afrontar las dificultades de la vida", advierte Novaro.
Algunas organizaciones de ayuda, civiles, eclesiásticas, tratan de mitigar esta situación, organizando la fiesta de Navidad para aquellos que no tienen recursos, con cena, regalos y cánticos.
Según la psicoanalista, las personas solas y sin techo que reciben el cariño y la compañía de otros en las fiestas de Fin de Año pueden sentirse reconfortados, pero probablemente eso no alcance a mitigar el efecto de tantas carencias básicas.
"Algunas personas viven sin fijarse en los malestares de otros semejantes, pueden sentirse bien con tener sus propias necesidades satisfechas", sostiene Novaro.
Otras, en cambio, tienen mayor sensibilidad hacia los otros semejantes y pueden desear ayudar de diferentes maneras.
Navidad sin sentido
Para Novaro, las personas sin techo están allí.
Algunos, porque no tienen dónde estar, otros porque no quieren volver de donde se fueron.
Estamos en un mundo complejo y lleno de sabios que no se escuchan entre sí y de seres anónimos que no son nada para nadie; seres humanos descartables. Pasamos como si no los viéramos, hemos naturalizado su mortificación.
El respeto a la vida humana no admite discriminaciones.
Es inevitable crear un espacio propicio a la vida, en el cual, las instituciones, las comunidades, las leyes, las costumbres, las familias favorezcan el respeto y el aliento a apoyar la vida.
"En la calle está la muerte", dice Novaro.
A juicio de Moise, la mejor política social es mucho más que un ramillete de programas asistenciales para indemnizar a las víctimas del progreso de otros.
"Es un conjunto de prioridades públicas para que los hombres, mujeres, niños, adolescentes, jóvenes y mayores tengan una vida que valga la pena de ser vivida siempre", concluye-Por Carolina Stegman-http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/30/12/2009/9cu087.html
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Fin de año en la calle
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario