miércoles, 14 de abril de 2010

El trabajo debería ser sinónimo de salud


14-04
Las crisis económicas y las consecuencias nefastas de una flexibilización laboral cada vez más devoradora de personas favorecieron un ritmo laboral que muchos trabajadores padecen y que puede llevarlos a sufrir problemas físicos y psíquicos como resultado del estrés que este tipo de situaciones provoca.
Recientemente, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo realizó un estudio global para evaluar los costos que para la sociedad representan todas las enfermedades relacionadas con el trabajo.
Las estimaciones efectuadas en varios estados miembros de la UE oscilan entre el 2,6 y el 3,8% de su Producto Bruto Interno, lo que representa entre 185.000 y 269.000 millones de euros anuales para el conjunto de los 15 estados miembros.
Por este motivo se hace necesario que durante el día existan pausas laborales que despeguen a los individuos del hastío y el displacer que trabajar en desmedidamente acarrea.
Lamentablemente, el ritmo laboral exagerado tiende a naturalizarse y no se reconoce como tal. En estos casos ocurre una suerte de sobreadaptación de las personas dejándolas más expuestas a sufrir enfermedades somáticas, e incluso accidentes. Hay quienes terminan viviendo su trabajo como una suerte de verdadera tortura, aun cuando sea la profesión y el destino que una vez eligieron con auténtica vocación.
"En función de hacer más agradable el lugar de trabajo ya hay muchas empresas e instituciones que trabajan por la obligatoriedad del establecimiento de políticas preventivas de todas estas circunstancias. Es importante que se hagan pausas durante el día de trabajo porque esto permite pensar en otra cosa y luego retomar el trabajo renovado", asegura Olga Cartañá, psicoanalista y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Un buen ejemplo de esto puede darse en las guardias hospitalarias, donde se observó, estudios mediante, que el humor y la predisposición de los trabajadores cambiaba cuando estos hacían pausas o recreos breves en los cuales jugaban a las cartas, caminaban por los jardines o leían textos literarios.
"Las personas se reabastecían de imaginación, el humor les cambiaba lo cual les era útil para desdramatizar las experiencias vividas ese día. Además, en esas pausas se logra camaradería y se lucha contra el agotamiento emocional", señala Cartañá.
A esas pausas laborales deberían sumarse, desde luego, una paga justa por el trabajo realizado, la exigencia laboral acorde a las posibilidades y capacidades del trabajador, las recompensas por un trabajo bien realizado y la capacitación constante.
"Desgraciadamente, en muchas empresas y organizaciones aún persiste la idea de un trabajador esclavo y existen abusos. Es frecuente que se busque dar lo mejor para la gente más capacitada y al resto se lo deje de lado", sostiene la psicoanalista.http://www.rionegro.com.ar/diario/rn/nota.aspx?idart=347003&idcat=9529&tipo=2

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