Presentación del libro Psicoanalisis y Sociedad en Congreso APSA-Por Beatriz D. Lerner Considero un privilegio que la Dra. Cecilia Moise y autores me han otorgado, el de presentar este libro y les agradezco la invitación, sobre todo porque se trata de un tema que me es caro: la relación entre Psicoanálisis y Sociedad y los posibles aportes que estas dos disciplinas pueden brindarse mutuamente.
La primera impresión que tuve al leer este libro fue una de abatimiento: la confrontación entre la violencia de todo tipo en aumento y la idea aberrante, a mi juicio, de que la solución princeps es rebajar la edad de imputabilidad. Eso me lleva inmediatamente a la pregunta de qué es lo que el psicoanálisis puede hacer en relación con la sociedad. El problema de la escisión social es acuciante: la brecha entre ricos y pobres es tan abismal, no sólo por ingresos diferentes sino, principalmente, por formas tan dispares de ver el mundo: casi podría hablarse de dos países de lengua diferente enfrentados entre sí.
Se dice, no sin cierta razón, que nuestra actividad sólo habla de las élites. Este dictum ya fue recusado por Freud por medio de su propia conducta: desde “Totem y Tabú” sus trabajos tenían la finalidad de comprender las conductas sociales y la relación entre sujeto y sociedad. El libro que tengo en mano recoge, desde diferentes ángulos, aquella finalidad e intenta expandirla.
Deseo aclarar que el diferente volumen de comentarios de los trabajos se debe al largo de los originales y no está ligado a la importancia concedida a los mismo.
Hay quienes desestiman la participación del psicoanálisis en el estudio de lo social. Esta renuencia puede ser comprendida psicoanalíticamente: es más redituable ocuparse de lo inmediatamente observable que, por tanto, pareciera golpear con mayor fuerza en la comprensión de esto que somos y que, además, provee la ilusión de intervenir en presuntas modificaciones, que introducirnos en el piélago de factores invisibles que se nutren de especulaciones de muy difícil comprobación. No obstante, la complejidad del ser humano y de todo lo que lo rodea es tal que resulta esterilizante desdeñar cualquier contribución a la dilucidación de sus misterios. Hoy es poco lo que podemos decir del psiquismo de un indigente, de un violador serial o de tantos otros seres que no llegan a la consulta y que forman parte de las sociedades. Y sin embargo, mucho podríamos aprender si pudiéramos profundizar en sus psiques. Es probable que descubriéramos que el mundo psíquico es algo mayor que el que estábamos acostumbrados a tratar y muchas de nuestras ideas de universalidad quizá tuvieran que ser modificadas.
Entre el público se habla de la pérdida de solidaridad, del desconocimiento de los valores, de la corrupción, de la destrucción sistemática de nuestro ecosistema, de la amenaza al agua potable. ¿Qué respuestas encontramos? Pasividad, resignación, lamentación y poco más. Tenemos dificultades graves para salir de nuestra burbuja porque son mayores las amenazas que nos detienen que los alicientes que nos impulsan. Mientras tanto, cada uno trata de preservarse como puede. El refugio en el narcisismo, sin embargo, no es impune: la muy magra seguridad que se logra (más fantaseada que real) se paga con anhedonia, falta de alegría de vivir, depresiones “blancas”, vacío existencial. Estas formas del narcisismo de muerte, como diría Green, nos van acercando taimadamente a estrategias de autodestrucción de las que raramente somos conscientes pero que, si no las detenemos, terminarán por asfixiarnos. Desopacar estas fuerzas negativas, darles nombre, y esmerarnos por descubrir cuáles son sus mecanismos y condicionantes, sería, a mi juicio, uno de los objetivos del estudio de la interfase Psicoanálisis-Sociedad. Este libro representa un esfuerzo en este último sentido.
El libro, luego de un jugoso prólogo de Cecilia, se sumerge de entrada en “Más allá del terrorismo” de Laura Orsi, quien dice “El terrorismo se ha instalado en nuestra sociedad como un nuevo actor con el que debemos convivir”. Abarca también el destilado de odio que todos y cada uno de nosotros va acopiando a lo largo de su vida: frustraciones de toda índole nos asaltan en 360ª. Atravesamos épocas en las que “no hay lugar para los débiles”. ¿Qué puede el psicoanálisis hacer? Laura propone “la búsqueda inteligente de una paz segura, como la antesala para reconstruir el mundo con menos soberbia y más equidad” Laura propone “la búsqueda inteligente de una paz segura, como la antesala para reconstruir el mundo con menos soberbia y más equidad”. Una deliciosa utopía. Como recuerda Cecilia, la Fraternidad, esa tercera utopía que acompañaba a la igualdad y la libertad de la Revolución Francesa, es la cenicienta que no se ha publicitado como las otras dos tal vez porque nos interpela desde lo más profundo de nosotros mismos y de algún modo nos fuerza a ceder aspectos que hacen a nuestro último baluarte al que nos aferramos golosa y ávidamente.
En “Los unos y los otros”, Haydée Kohan habla de la maldad que consiste, básicamente, en dejar afuera a los inferiores para que se ataquen a sí mismos. Dice que “alguien es malvado porque ha retornado de entre los muertos”. Ironiza que “Quizá el humano sufrió una mutación por la cual se afianzaron las subespecies caníbales”. También Haydée va en pos de utopía cuando dice que “La solidaridad, la información, la comunicación, los valores morales son lo primero que atacan los dirigentes totalitarios y es lo primero que debemos proteger. Me pregunto si en las condiciones de exquisita corrupción en que vivimos tal cosa es posible.
En “Envidia y sociedad” Gladis Mabel Tripcevich Piovano encara el problema de la envidia como pasión humana en relación con la economía. En general, los profesionales no psi parecen tener un rechazo visceral contra todo lo que sea emocional, fenómeno que se observa, dice Gladis, en el hecho de que “…las instituciones,…las teorías,…en las que se expresa la sociedad, lucen como entes independientes de los individuos que las generan,…”. Esta independencia, agrego, parece la defensa que rechaza todo lo que pueda fungir como interioridad, Esta autora busca reflexionar sobre la incidencia de las pasiones en lo social: la envidia sería la raíz de la que surge la justicia social, con su pretensión de abolir las diferencias entre los que tienen y los que no tienen. El psicoanálisis rompe la asepsia de pasiones en el equilibrio económico-social, por lo que se hace temible y, a la postre, rechazable.
En “Consideraciones acerca del poder” Celia Chama se apoya en el Proyecto y en Psicología de las masas…de Freud para señalar “la importancia del otro en la constitución del psiquismo”. Nos recuerda que en la relación entre la masa y el líder se establece una a modo de hipnosis en una relación desigual: el hipnotizador sume al hipnotizado en la sumisión y la falta de crítica, semejante a la relación entre dominadores y dominados en la sociedad. Recuerda a Piera Aulagnier con la “violencia primaria”. El discurso del poder tiene como función ”por un exceso de atribución“ impedir a los sujetos reconocer la realidad en la que están inmersos. El poder sobre otros se mantiene por medio del miedo, creando un efecto de ficticia protección.
Cleto Santa Coloma escribe “Salud mental y sociedad” desde una mirada psicoanalítica. Nos cuenta que, en la Argentina, la ley de Salud Mental 448 del año 2000, como proyecto democrático, se revisa constantemente. Habla de la dificultad de conceptuar consensualmente la relación entre salud mental y sociedad y agrega que la mirada desde el psicoanálisis es diferente según se haga desde el método, la clínica o el logos. Desde el método, se observan los impactos en la subjetividad del cambiante entorno socio-cultural. Desde la clínica es mportante detectar los canales de comunicación que el sujeto teje con los demás y los caminos por los cuales enferma y sana. Desde el logos, “la construccíon del estado de salud (es)…un proceso continuo donde el sujeto es un devenir” responsabilidad conjunta de la familia, la comunidad, el sujeto y el Estado.
En la segunda parte del libro, "Consecuencias en la subjetividad”, el Grupo de investigación APA Psicoanálisis y Comunidad, trabaja sobre “Protección y pertenencia: una necesidad del sujeto”. Este grupo nos recuerda la influencia decisiva del entorno para el desarrollo del niño y puntualiza la importancia del trabajo, hoy todavía en gran medida faltante, junto con el exceso de plagas, hambre y exclusión, entre otras, que “reduce(n) a la soledad interior, al hastío, a la oscuridad”. Cuestiones estas de clarificación difícil por lo que la búsqueda de soluciones parece desalentadora e infructuosa. Saber escuchar sigue siendo la mayor virtud del psicoanálisis. Muy importante es el señalamiento de la diferencia entre a) el sometimiento al superyó que facilita el ingreso a la cultura; el b) sometimiento del yo como condición de ingreso a las sectas/mafias, y el c) superyó melancólico que somete al yo masoquistamente.
El noveno capítulo, otro trabajo del Grupo se titula “Incertidumbre – Confianza – Desconfianza”. Dicen que las intensas transformaciones de nuestra época tienen un “impacto traumatizante” sobre nuestras vidas. Una sensación vaga de malestar que no es infelicidad sino algo más amplio, forma parte de la constelación desasosiego, inquietud, congoja, ansiedad. La desocupación crea no sólo miseria sino una exclusión que aumenta la concentración de la riqueza en unos pocos y aumenta la violencia social en unos cuantos. Se ha roto la confianza en el otro, sea una persona, una institución o una idea. Los autores se preguntan, a la par que exhortan, a trascender los límites del consultorio en las consultas particulares, dada la importancia probada del afuera.
“Subjeividad, contratransferencia y lazo social” es otro capítulo producido por los Integrantes del Grupo. No es fácil salir a la comunidad, parecen decir, desde el momento que parece desdibujarse la especificidad de su hacer. Empieza por la delimitación del concepto de contratransferencia. Implica una transferencia del psicoanálísis a las ciencias de la cultura (Assoun). Los autores se interesan por las formas posibles de prevención del malestar social, ya que “La vida con el otro es difícil pero sin el otro es imposible”. Señalan tres cambios sociales importantes que participan en el malestar: a) el derrumbamiento de comunidades estables que conforman la identidad y dan solidaridad y apoyo; b) la ruptura familiar; y c) el ataque político que fomenta el narcisismo-hedonismo y, en general, una crisis de valores (rigen los superficiales). Se ha pasado a utilizar al otro en lugar de acompañarlo; a normalizar la transgresión en lugar de respetar los valores tradicionales; a la violencia social en lugar de la cohesión social. “El reto…es lograr la integración respetando las diferencias”.
Luis Oswald en “La pertenencia”, aporta las ideas de Tenti Fanfani acerca de los procesos de “descivilización” que tienen lugar en los centros metropolitanos en los que se desarrolla la precariedad de la vida (villas miseria, favelas y otros). El Estado monopoliza la violencia (Hobbes) y también una violencia legítima como los de la lengua, la educación y otros recursos civilizatorios. La necesidad de pertenecer a una comunidad incluye la búsqueda de “un ilusorio estado a-conflictivo”, imposible de lograr, agrego. Anverso y reverso de la pertenencia son la paz conexa a un sentimiento de protección y amparo con su correlativo de brindar sentido, por un lado y sujetarse a la voluntad de la mayorìa, por otro.
María Teresa Calabrese habla de “La emigración como posible síntoma transgeneracional”. Muestra uno de sus casos clínicos, el de un joven con una afección psicosomática que emigra al país de origen de sus abuelos como obedeciendo al mandato de los ideales del yo de su madre, quien a su vez se siente conminada a realizar el deseo frustrado de sus padres (los abuelos de Angel) empujándolo, a través de la compulsión a la repetición, a retornar al lugar desde el que aquellos se vieron forzados a emigrar. No sería del todo cierto que “descendemos de los barcos” ya que el 56% de la población argentina tiene antepasados indígenas.
María Teresa es también autora de “La tragedia de Cromañón – La tragedia que habita en nosotros”. Calabrese se hace varias preguntas acerca de lo que ocurrió antes de la tragedia esperando alguna idea que oriente hacia el por qué de este desastre. Habla de una conducta social patológica ya que “estimula a quien infringe la ley y ridiculiza a quien la cumple”. Llega a la conclusión de que “muchas de las conductas antisociales anidan en el inconsciente no reprimido-escindido” por lo que es “casi imposible encontrar una antorcha que nos lleve hacia él”.
Olga Cartañá y “El desgaste del personal de salud y la violencia laboral”.habla del burn-out, esa forma de quemarse de los trabajadores en salud mental debido al estrés y las condiciones enfermantes en que estos se ven obligados a prestar sus servicios, con el consiguiente perjuicio no sólo para sí mismos sino también para sus clientes. El riesgo que corren estos trabajadores y las dificultades para su mejoramiento reside, justamente, en la naturalización de su malestar. Se requieren políticas organizativas e institucionales.
Esta misma autora se vuelve a ocupar de “cuidar a los que cuidan” a través de grupos de reflexión en un área de terapia intensiva, favoreciendo la comunicación a fin de prevenir el desgaste laboral por medio de recomponer el lazo social. Trabaja sobre lo intra y lo intersubjetivo y encara la sobrecarga emocional, especiamente cuando se trabaja con niños, áreas en que la tasa de mortalidad es mayor que en otras áreas. El área de enfermería es vulnerable, además, por el poco o nulo reconocimiento y valoración de su tarea: la paga, siempre insuficiente y la presión, no sólo por la gravedad y la urgencia sino también por el exceso de trabajo que lleva a, incluso, descuidar la propia salud física del personal.
La tercera parte del libro “Prácticas en lo social” abarca el trabajo de Guido Arrigazzi, quien escribe “Proceso de estructuración de una personalidad antisocial”. Se refiere a su experiencia en una institución de detención de menores. Un niño descarriado y desamparado, según Aichhorn, no es un neurótico sino un ser carente de estructuras. Pedro, el entrevistado repite, ufano, que “lo suyo” es el robo, que eso es lo que le gusta y que lo que seguirá haciendo más allá de la cárcel como destino. Con un yo débil necesita de la banda para obtener identidad e intereses comunes. Suele recurrir a la droga que le brinda incondicionalmente su auxilio, lo que agrava el pronóstico.
Cecilia Moise vuelve a tomar impulso con “El trabajo preventivo de los psicoanalistas en la construcción de lazos sociales”. Dado que la subjetividad se construye y es producto del sujeto y de su relación con los otros, los psicoanalistas concebimos el deseo inconsciente como motor que lleva al sujeto a transformarse y transformar su relación con los demás. Así, define nuestra función como un intento de prevenir lo que impide esa tranformación en lo individual y produce sometimieno en lo social. El concepto de participación, relacionado con lo creativo, es un valor de salud que aumenta la capacidad sublimatoria, dice. Se arman redes comunitarias y se trata de ver qué necesidades se pueden saisfacer con prácticas culturales.
María A. Logiovine escribe “Encuentros con el otro; en lo social – en la teoría – en la clínica. Crónica de una psicoanalista argentina”. La reflexión acerca de la responsabilidad por el otro, tema caro a Winnicott, no puede soslayarse. Recuerda que en diciembre de 2001 los niños con sus padres saqueaban supermercados y se pregunta si esta era una respuesta al ´´hambre y la falta de cuidados, a la estafa y engaño de un Estado que se transforma en victimario con un manejo perverso en lugar de cumplir con su cometido de cuidar. Agrega que “La tendencia antisocial puede darse en cualquier estructura que haya padecido una deprivación intensa”. Sus manifestaciones son el robo, la mentira y la destructividad”. Su grupo pone en práctica esto de preocuparse por el otro, proponiendo toda clase de grupos para abordaje de situaciones críticas,. En colaboracíon con el Foro de profesionales en salud mental elaboraron la ley 114 de protección de derechos de niños y niñas y adolescentes de la ciudad de Buenos Aires, entre ellos el derecho a la identidad y al respeto, a ser escuchado. Intenta, también, despenalizar la pobreza.
Es un libro apasionante que recomiendo por su empuje a la reparación y porque parece mostrar, con su hacer, que no todo está perdido-Abril/08-La Foto es de la Presentacion del Libro en la Feria del Libro en Abril 2007
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