el 60% no cobra horas extras
Trabajar de más por amor al arte
Según una investigación de la Universidad de Belgrano, los empleados argentinos que superan las 48 horas semanales no reciben ni dinero ni francos compensatorios.
Fernanda Nicolini
24.06.2008
Nadie reclama. La tendencia internacional es compensar las horas extras con el tiempo. En Finlandia sólo un 8% no recibe ningún tipo de reconocimiento. En España, la cifra asciende a 52%.
El 60% de los trabajadores que hacen horas extras en la Argentina no las cobran ni reciben ningún tipo de compensación a cambio. Es decir, trabajan gratis. Así se desprende de una encuesta realizada por el Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, según la cual un 24,5% de los asalariados cumplen semanas laborales superiores a las 48 horas establecidas por ley como límite. Pero de todos aquellos que se quedan después de hora por pedido del jefe o porque no terminaron su tarea, sólo 22,2% recibe el pago que corresponde por ese exceso de tiempo. El resto lo percibe en el sueldo como si fueran horas normales (el 7,8%), lo compensa con otras horas no trabajadas (7,5%) o recibe parte en dinero y parte en más tiempo libre (3,7%). Según un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), basado en la encuesta permanente de hogares que toma como referencia 33 aglomerados urbanos del país, hay 1.700.000 personas que trabajan más de 48 horas. De ese total, un 10% se encuentra en negro. A esto se le suma una particularidad: los que trabajan horas extras ganan casi un 40% más que los que trabajan la jornada normal. “Esto es más común en empleos con baja calificación en los cuales el trabajador necesita hacer más horas para poder generar más ingreso”, explica Jorge Colina, investigador de IDESA. Si bien los rubros en los que se da con más frecuencia esta condición son los de la actividad inmobiliaria, el comercio –especialmente en shoppings, abiertos de lunes a lunes–, la construcción y la industria manufacturera, lo cierto es que es una realidad común en casi todos los ámbitos laborales, en especial en el sector privado. “Mi horario normal es de 9 a 18, pero casi todos los días me quedo una hora más porque tengo que dejar cosas hechas, y además mi jefa también se queda y no me da irme antes –cuenta Juliana, empleada en un departamento de Recursos Humanos de una empresa textil–. ¿Si me pagan extra? No, y yo nunca reclamé.” Martina, de una editorial importante, completa: “Se da por supuesto que uno trabaja horas extras sin que te las paguen”. También están quienes autoimplementan compensaciones para regular el exceso de trabajo: “Las veces que me quedé después de hora porque había picos de trabajo, compensé yéndome antes un viernes, por ejemplo”, cuenta Sebastián, empleado en una consultora. La ley establece que la jornada semanal no puede superar las 48 horas. De superarla, se debe pagar la hora extra con un recargo de un 50%, y en el caso de que sea sábado después del mediodía, domingo o feriado, con un 100 por ciento. En ningún momento se hace referencia al término compensación. “El espíritu de la ley es que un empleado no trabaje más de ocho o nueve horas diarias por una cuestión de protección de su integridad psicofísica; no tiene sentido que un día trabaje 15 y al otro 3” –explica Guillermo Pajoni, secretario general de la Asociación de Abogados Laboralistas–. Obviamente que en la práctica las horas extras en general no se pagan, o se pagan como si fueran comunes, o se compensan, o se pagan en negro. Los trabajadores saben que los están currando pero no tienen herramientas para exigir, ni siquiera en juicio: lamentablemente aún hay muchos jueces que exigen un grado de prueba tan sofisticado para reconocer las horas extras no pagas que en ciertos casos los abogados preferimos no reclamarlas.” Héctor Recalde, presidente de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados, sostiene que este tipo de situaciones deviene de una pauta cultural de sometimiento del trabajador, que no se anima a reclamar sus derechos. “En general el no pago de las horas extras aumenta en proporción directa con la desocupación: a menos trabajo, más indefensión –explica–. Esto hace que para el empleador sea más conveniente hacer trabajar horas extras que contratar más gente. Lo que en realidad es una torpeza porque está comprobado por la OIT que una jornada adecuada, limitada, produce tres efectos: mayor presentismo, menos accidentes laborales y mayor productividad.”Desde otros ámbitos también se advierte que trabajar en exceso –y, además, no ser remunerado por eso– trae sus consecuencias: en la relación con los jefes, en la relación con compañeros y en el rendimiento. Olga Cartañá, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y especialista en temas laborales, sostiene: “El no pago del trabajo es una violencia laboral que repercute en algún momento; quizá no al principio porque el trabajador piensa que lo podrá revertir, pero si después de un período no hay perspectiva de que esto cambie, surgen el desánimo, el enojo, o incluso conductas que rozan lo ilegal”. El caso de Francisco, empleado de una productora de televisión, es bastante ilustrativo: “No me pagan las horas extras pero tengo otras maneras de cobrármelas: me vuelvo en taxi y se lo paso a la productora o paso tickets de gastos personales para compensar el tiempo perdido y la falta de reconocimiento económico. Pero no me quedo con el dinero, se los hago gastar”.El mismo informe realizado por el Centro de Estudios de la Nueva Economía de la UB, se llevó a cabo en otros países, como Bélgica, Finlandia, Alemania, España y el Reino Unido. “La tendencia internacional es a compensar las horas extras con tiempo no trabajado –explica Víctor Beker, director del Centro–. Pero mientras en Finlandia sólo un 8% no recibe ningún tipo de reconocimiento, en España las cifras se acercan a las nuestras: asciende al 52%, lo que refleja una cultura laboral muy similar”. Cecilia es argentina pero trabaja desde hace dos años en una consultora de turismo en Madrid, y confirma lo que reflejan las encuestas: “Hago horas extras porque muchas veces no me alcanza el tiempo para terminar el laburo. No me pagan más, pero en general pido que no me exijan horario de entrada o me tomo más tiempo para el almuerzo y así compenso. En Buenos Aires hacía lo mismo”.Publicado Hoy Diario Critica24/6/08 -
Trabajar de más por amor al arte
Según una investigación de la Universidad de Belgrano, los empleados argentinos que superan las 48 horas semanales no reciben ni dinero ni francos compensatorios.
Fernanda Nicolini
24.06.2008
Nadie reclama. La tendencia internacional es compensar las horas extras con el tiempo. En Finlandia sólo un 8% no recibe ningún tipo de reconocimiento. En España, la cifra asciende a 52%.
El 60% de los trabajadores que hacen horas extras en la Argentina no las cobran ni reciben ningún tipo de compensación a cambio. Es decir, trabajan gratis. Así se desprende de una encuesta realizada por el Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, según la cual un 24,5% de los asalariados cumplen semanas laborales superiores a las 48 horas establecidas por ley como límite. Pero de todos aquellos que se quedan después de hora por pedido del jefe o porque no terminaron su tarea, sólo 22,2% recibe el pago que corresponde por ese exceso de tiempo. El resto lo percibe en el sueldo como si fueran horas normales (el 7,8%), lo compensa con otras horas no trabajadas (7,5%) o recibe parte en dinero y parte en más tiempo libre (3,7%). Según un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), basado en la encuesta permanente de hogares que toma como referencia 33 aglomerados urbanos del país, hay 1.700.000 personas que trabajan más de 48 horas. De ese total, un 10% se encuentra en negro. A esto se le suma una particularidad: los que trabajan horas extras ganan casi un 40% más que los que trabajan la jornada normal. “Esto es más común en empleos con baja calificación en los cuales el trabajador necesita hacer más horas para poder generar más ingreso”, explica Jorge Colina, investigador de IDESA. Si bien los rubros en los que se da con más frecuencia esta condición son los de la actividad inmobiliaria, el comercio –especialmente en shoppings, abiertos de lunes a lunes–, la construcción y la industria manufacturera, lo cierto es que es una realidad común en casi todos los ámbitos laborales, en especial en el sector privado. “Mi horario normal es de 9 a 18, pero casi todos los días me quedo una hora más porque tengo que dejar cosas hechas, y además mi jefa también se queda y no me da irme antes –cuenta Juliana, empleada en un departamento de Recursos Humanos de una empresa textil–. ¿Si me pagan extra? No, y yo nunca reclamé.” Martina, de una editorial importante, completa: “Se da por supuesto que uno trabaja horas extras sin que te las paguen”. También están quienes autoimplementan compensaciones para regular el exceso de trabajo: “Las veces que me quedé después de hora porque había picos de trabajo, compensé yéndome antes un viernes, por ejemplo”, cuenta Sebastián, empleado en una consultora. La ley establece que la jornada semanal no puede superar las 48 horas. De superarla, se debe pagar la hora extra con un recargo de un 50%, y en el caso de que sea sábado después del mediodía, domingo o feriado, con un 100 por ciento. En ningún momento se hace referencia al término compensación. “El espíritu de la ley es que un empleado no trabaje más de ocho o nueve horas diarias por una cuestión de protección de su integridad psicofísica; no tiene sentido que un día trabaje 15 y al otro 3” –explica Guillermo Pajoni, secretario general de la Asociación de Abogados Laboralistas–. Obviamente que en la práctica las horas extras en general no se pagan, o se pagan como si fueran comunes, o se compensan, o se pagan en negro. Los trabajadores saben que los están currando pero no tienen herramientas para exigir, ni siquiera en juicio: lamentablemente aún hay muchos jueces que exigen un grado de prueba tan sofisticado para reconocer las horas extras no pagas que en ciertos casos los abogados preferimos no reclamarlas.” Héctor Recalde, presidente de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados, sostiene que este tipo de situaciones deviene de una pauta cultural de sometimiento del trabajador, que no se anima a reclamar sus derechos. “En general el no pago de las horas extras aumenta en proporción directa con la desocupación: a menos trabajo, más indefensión –explica–. Esto hace que para el empleador sea más conveniente hacer trabajar horas extras que contratar más gente. Lo que en realidad es una torpeza porque está comprobado por la OIT que una jornada adecuada, limitada, produce tres efectos: mayor presentismo, menos accidentes laborales y mayor productividad.”Desde otros ámbitos también se advierte que trabajar en exceso –y, además, no ser remunerado por eso– trae sus consecuencias: en la relación con los jefes, en la relación con compañeros y en el rendimiento. Olga Cartañá, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y especialista en temas laborales, sostiene: “El no pago del trabajo es una violencia laboral que repercute en algún momento; quizá no al principio porque el trabajador piensa que lo podrá revertir, pero si después de un período no hay perspectiva de que esto cambie, surgen el desánimo, el enojo, o incluso conductas que rozan lo ilegal”. El caso de Francisco, empleado de una productora de televisión, es bastante ilustrativo: “No me pagan las horas extras pero tengo otras maneras de cobrármelas: me vuelvo en taxi y se lo paso a la productora o paso tickets de gastos personales para compensar el tiempo perdido y la falta de reconocimiento económico. Pero no me quedo con el dinero, se los hago gastar”.El mismo informe realizado por el Centro de Estudios de la Nueva Economía de la UB, se llevó a cabo en otros países, como Bélgica, Finlandia, Alemania, España y el Reino Unido. “La tendencia internacional es a compensar las horas extras con tiempo no trabajado –explica Víctor Beker, director del Centro–. Pero mientras en Finlandia sólo un 8% no recibe ningún tipo de reconocimiento, en España las cifras se acercan a las nuestras: asciende al 52%, lo que refleja una cultura laboral muy similar”. Cecilia es argentina pero trabaja desde hace dos años en una consultora de turismo en Madrid, y confirma lo que reflejan las encuestas: “Hago horas extras porque muchas veces no me alcanza el tiempo para terminar el laburo. No me pagan más, pero en general pido que no me exijan horario de entrada o me tomo más tiempo para el almuerzo y así compenso. En Buenos Aires hacía lo mismo”.Publicado Hoy Diario Critica24/6/08 -
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