miércoles, 21 de octubre de 2009

VIVIR EN LA CALLE



VIVIR EN LA CALLE

Frente a las cifras de seres humanos en esta situación se me plantea la siguiente reflexión. Están allí, algunos porque no tienen donde estar, otros porque no quieren volver de donde se fueron. Estamos en un mundo complejo y lleno de sabios que no se escuchan entre si y de seres anónimos que no son nada para nadie; seres humanos descartables. Pasamos como si no los viéramos, hemos naturalizado su mortificación. Si se pierde el amor del otro, de quien se depende, se queda desprotegido frente a toda clase de peligros, Uno es amenazado con la perdida de amor. El inicial desvalimiento es fuente primordial de todos los motivos morales. Es un tributo que todos pagamos ante la amenaza de soledad. Siempre tengo presente que para Freud tener conciencia de los problemas no significaba que pudiera resolverlos, sino tan sólo la responsabilidad de buscar incansablemente la mejor manera de avanzar con ellos a cuestas.

Pensar un modelo que pone el acento en la forma de satisfacer necesidades, nos permite, además del rescate de lo subjetivo, insistir en la importancia de las formas que en lo social se proponen para las satisfacción de las mismas. Hay propuestas que, además de inhibir dichas satisfacciones permitiendo sus formas más creativas, proponen modalidades que engendran verdaderas patologías sociales.

Pero no es a este conflicto estructural con el que sólo nos enfrentamos en la tarea en la sociedad, sino a aquel otro resultante de las imperfecciones de las relaciones entre los hombres. Los conflictos de los que no se habla, se ocultan o se niegan, se hacen presentes en la producción de síntomas individuales y colectivos, y estos últimos producen una expresión del malestar cultural . La ilusión de seguridad es el tributo a la iniciativa y creatividad personal; para los que viven en las calles ; no hay proyecto futuro y es difícil sostener esperanzas. Exclusión, empobrecimiento, marginación es su horizonte y no hay referentes para sostener autoestima posible. El respeto a la vida humana no admite discriminaciones. Es inevitable crear un espacio propicio a la vida, en el cual, las instituciones, las comunidades, las leyes, las costumbres, las familias favorezcan el respeto y el aliento a apoyar la vida, en la calle esta la muerte.-Publicado en Ed Impresa de Diario La Prensa-19/11/07 -por Dra Cecilia Moise

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